DESAFÍO (IV): Despliegue logístico

¡Buenas noches, Damas, Caballeros y adorables Trolls!

En directo desde la sede de nuestro colaborador, el gran MOOOOMO, transmitimos la exhibición del poderío en armamentos y logística de dos de los más conspicuos espíritus que, apoderándose de la gente, interfieren con nuestros cursos de acción.

Por la esquina de cal y adornado de cotillón y serpentinas avanza el ¡ESPÍRITU DE LAS FIESTAS! [*] culpable de posesionarse de los irredentos y transformarlos en piñatas llenas de solidaridad de porquería y buenos deseos de que todos seamos felices, tal como solamente ellos saben y pueden lograrlo.

Exhibe, para nuestra desgracia, el siguiente status en su carrera de ofensiva armamentística:

1. El ritmo de los trencitos en las bodas al cual los embriagados por la buena nueva del acontecimiento obligan con el «Dale, no seas amargo».

2. El odio de tener a los hijos de los jefes invitados por tus padres a tu cumpleaños, que además arruinan todo con el «Haceme el favor y prestale tus juguetes».

3. El horror de encaminarse hacia la hermana gorda de la de quince, a la que hay que sacar a bailar so excusa de que «Pobrecita, nadie se anima».

4. La vergüenza de cantar en un Karaoke, cuando los idiotas de tus amigos te fuerzan a participar a los gritos desde el escenario, con los estimulantes «No podés ser tan aburrido».

5. El imperativo moral de tener que levantar los ánimos de la viuda en un funeral, con la compulsiva frase y el empujante «Che, vos lo conocías».

6. La exposición a la información más tediosamente insana en la reunión decenal de ex compañeros del colegio, solamente mitigada por el recíproca atribución de «Qué manga de fracasados, las minas están destruidas».

Y por la esquina de bleque y con la raja del culo asomando se presenta ¡EL ESPÍRITU DEL ALBAÑIL! que acostumbra a apoderarse de las almas para acunar zombies insolidarios, muertos para todo lo que sea cumplir con sus obligaciones y lúcidos vampiros de nuestra tranquila armonía.

Llena el campo con los efectos colaterales de su despliegue defensivo en la escalada militar :

1. Derrumbe como revoque húmedo de las expectativas de trabajo completo, anuladas con un «Vea, que eso es tarifa extra».

2. Escudo expendedor de repuestos para resolver chapuzas laborales al costo del ferretro amigo y «Uia, me olvidé de pedirle factura, pero no quedó vuelto»

3. Sensores para invalidar cualquier optimismo con la lapidaria «Yo me animo, pero esto está peor de lo que yo creía doña»

4. Ojo avizor al momento más molesto para requerir elementos que debieron llevar o prever, tal como «Ñoraaa, tá ocupada usté? me alcanza un balde, escoba, trapo, una escalera y un fratacho?».

5.  Holgazanería mientras aprendices ineptos se dedican a levantar paredes presupuestadas por expertos, con la excusa de «Téngales confianza Jefe, yo los recomiendo».

6. Satisfacción del trabajo bien hecho, que siempre incluye dejar todo lo más inmundo posible, para poder decirles a los dueños «Quedó un poco lleno de mugre, y eso que cuidamos»

En esta contienda el amable público deberá dirimir cuál de los espíritus debe ser exorcizado por la curia romana de las perdidas almas que nos rodean, para así salvar del averno en vida a las nuestras.

¿Palos a las solidarias piñatas felices?

¿Emparedamiento a los insolidarios zombies inútiles?

Para la ocasión, los Arbitros Siameses se han excusado de intervenir como Jueces, en virtud de la enemistad manifiesta que Momo les profesa. Nuestro Arbitro para la noche será…

¡El Administrador!!! [**]

[*] No incluye al Espíritu de las Navidades, que se vende por separado.

[**] Con la asesoría profesional y altamente experimentada de los Arbitros Siameses.